La danza Forzada

En mi afán por tratar de unir mis dos pasiones: la danza y la ciencia, me puse a investigar  en publicaciones científicas todos los estudios que pude encontrar en relación a la danza y la música. Ha sido un proceso arduo y laborioso, pero he llegado a encontrar cosas simplemente maravillosas.

Esta publicación es la primera de una serie que iré compartiendo sobre mi investigación. Espero les guste…

Cuando comenzamos a bailar (no sólo danza árabe, sino en la vida en general) solemos recurrir a la frase…. YO NO SIRVO PARA ESTO. Pues bien, resulta que bailar es una actividad innata en el ser humano. Olvidada puede ser, evitada sin duda, pero la danza es algo tan básico como tener hambre. Curioso, no?

Esta afirmación puede que te suene como algo exagerado, pues así lo pensé cuando comencé a leer este paper (Rhythmic engagement with music in infancy). Aquí los científicos ingleses explican un experimento muy sencillo en el que han estado trabajando.

Se seleccionó un grupo de niños al azar de alrededor de 8 meses y se expusieron a distintas secuencias sonoras. Esto siempre en brazos de sus madres (para que estuvieran en confianza) y con los adultos con audífonos escuchando algo completamente diferente (para que no influenciaran movimiento alguno sobre los peques).

Entre los sonidos que escucharon los bebés estaban:

•    Música clásica
•    Música clásica con cambio de ritmo inducido (la misma música anterior a ratos más rápida y más lenta)
•    Ritmo constante (pulso con tambor)
•    Ritmo no constante (sonidos de tambor a distintas velocidades)
•    Voz de adulto (Una llamada telefónica, por ejemplo)
•    Voz de adulto hacia niños (La típica forma de hablar de las mamás a sus bebés, cambiando el tono de voz y alargando algunas vocales)

Curioso fue el resultado del experimento. Los científicos se dieron cuenta que los niños, de manera espontánea, comenzaban a mover manos, pies y cabeza cuando se encontraban frente a la música, ya fuera rítmica o arrítmica, con melodía o sólo percusión. No así cuando escuchaban las voces de las personas.

Más aún, se dieron cuenta de que estos movimientos crecían o decrecían de acuerdo al tipo de música que oyeran, es decir, trataban de “interpretar” (por decirlo de alguna manera) los sonidos que estaban escuchando y los mayores, al tener mejor control de su cuerpo, lograban ir junto con el ritmo o al menos acercarse mucho más.

Inmediatamente recordé algo muy sencillo. Cuando estás escuchando alguna música, cualquier tipo (más si es de tu gusto), ¿no te pasa que se te mueve la patita para seguir el ritmo? O cuando cantas feliz de la vida (aunque sea sólo mentalmente jijiji) ¿no se te mueve la cabeza para un lado y otro? Entonces no me queda más que hacer esta pregunta… ¿En qué momento le permitimos creer a nuestro cuerpo que no sirve para bailar? Y con eso no me refiero a que todo el mundo llegue a ser un bailarín profesional (aunque, por qué no? Jajaj) sino, en que todo el mundo saque de una vez por todas esa vergüenza al movimiento, en que todos podemos al menos caminar al ritmo de la música de nuestros audífonos….

VEAN ESTOS VIDEOS DEL MATERIAL SUPLEMENTARIO DE LOS INGLESES 😉

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