Danza y aquellos días……

Hace unos días atrás, tuve una de esas mal llamadas crisis hormonales en las que lloras y lloras sin motivo aparente y que pese a estar feliz te encuentras diciendo «no sé por qué estoy llorando, buaaaaa» jajajaja (sólo mujeres y hombres con mujeres me entenderán).

Recordando esta anécdota, se vino a mi mente algunas ocasiones especiales en las que la danza ha estado conmigo…

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Cuando ya llevas un tiempo bailando y te comienzas a dedicar a ello, montas coreografías, tomas muchos talleres, en fin… es muy común intentar poner en práctica el manejo de los sentimientos y lo que uno como artista quiere transmitir o interpretar. Sin embargo, pocas veces nos sentamos a analizar como la danza funciona de nuestro SOPORTE.

Recuerdo una vez que estaba tan triste y deprimida a causa de un ex que bajé mucho de peso. No comía bien, no dormía bien, no vivía bien. Me acuerdo también que en un momento del día, en mi sala de ensayo, sentada mirándome al espejo decidí levantarme y bailar… cualquier cosa, sólo bailar.

Confieso que al principio fue difícil, el cuerpo se bloqueaba y los movimientos tendían a ir hacia abajo, pero lo intenté. Comencé a estirar los brazos, a saltar, a girar y fue cuando sin querer comencé a llorar y llorar, pero bailaba llorando. Fue un momento de explosión personal y creo que sin duda fue el principio de una nueva etapa.

Otra vez, recuerdo estar bailando sola en la misma sala de ensayo y recién entonces pude dimensionar que había ganado el concurso Miss Bellydancer en el 2011. Estar ensayando, mirarme al espejo y detenerme de una a pensar… «soy Miss, gané un certamen por técnica y desempeño, también por su cuota de suerte… que lejos he llegado» y justo en ese momento se me infló el pecho lleno de orgullo por mis logros y obvio… seguir bailando con otra energía, recargada.

Finalmente un último ejemplo (aunque hay muchos más), el dramón que una siempre tiene en la familia, en el trabajo o sólo por el período del mes. El dolor de cabeza, la angustia o lo que sea, SIEMPRE SIEMPRE se olvida todo mientras bailas, al menos durante esa hora de clases que se convierte en una hora protegida para ti y para tu alma.

Es muy común intentar poner en práctica el manejo de los sentimientos y lo que uno como artista quiere transmitir o interpretar, pero pocas veces logramos racionalizar o dimensionar lo que la danza nos transmite, lo que ella hace por ti y el soporte fundamental en el que se transforma. 

Es mejor que tu mejor amiga jajajajaja

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